La Mezquita de Almonaster la Real es un monumento y testimonio de las primeras obras islámicas de España. Se encuentra ubicada en la Calle Castillo, 10, en Almonaster la Real, Huelva.
Esta edificación conserva el carácter de una mezquita de ciudad pequeña, sobria, recogida y dotada de la sutil elegancia del periodo omeya. El arte de este periodo unió herencia clásica e influencia oriental. Se construyó durante el reinado de Abd al-Rahman III y figura en un documento de 1583 conservado en el Archivo General de Simancas como “iglesia antigua de moros”.
Sobre la Mezquita
La Mequita cuenta con restos reutilizados que hacen pensar que existió un edificio monumental en la época romana. Este se transformó en iglesia visigodo–cristiana de carácter monacal hasta la invasión musulmana. De esta forma, se pueden observar columnas y capiteles romanos de los siglos I y II y vestigios visigodos de los siglos V al VII.
Tiene dos espacios definidos según los cánones de la época califal: el shan o patio abierto para las abluciones y el haram, la sala de oración cubierta.
El oratorio se compone de cinco naves orientadas hacia el muro de la qibla, donde se abre en el centro el mihrab, de planta cúbicosemicircular, cubierto con bóveda de horno. El alminar, que conserva la escalera que circula sobre el machón central, completa el edificio islámico.
Ocupación cristiana
Con la ocupación de los cristianos en el siglo XIII se construyó un ábside románico del que quedan los arranques del arco triunfal en los del arco actual. A finales del siglo XV o principios del XVI, la mezquita sufrió una serie de obras importantes que modernizaron parte de su estructura y añadieron nuevos espacios.
De esta manera, se recortaron los arcos inmediatos a la qibla y se reforzó su muro. También se reformó el mihrab y se amplió la mezquita levantando el pórtico. Todo se llevó a cabo dentro de un estilo mudéjar relacionado con el sevillano.
En el siglo XVI se construyó el campanario y se labró la sacristía y el porche. También se añadieron detalles decorativos como los azulejos que adornan el escalón de entrada al presbiterio. En el siglo XVIII se transformó el remate de la torre, se levantó el “cuarto de los moros” y se decoró la cúpula del ábside.
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